Síndrome de colon irritable

Este trastorno funcional del intestino se caracteriza por tres síntomas principales: dolor abdominal, hinchazón abdominal y alteraciones del hábito intestinal (estreñimiento, diarrea o ambos). Además, cura con tres subtipos en función del tipo de alteración: estreñimiento, diarrea o mixto.

Actualmente el 30% de los pacientes que acuden a consultas de medicina general por problemas gastrointestinales y son referidos al especialista padecen este síndrome, que afecta más frecuentemente al sexo femenino, señalándose habitualmente una mayor prevalencia entre los 20 y 50 años.

Descartar otras enfermedades
En determinados casos, especialmente si hay diarrea, habrá que realizar algunas pruebas para descartar enfermedades como mala absorción de lactosa, enfermedad celiaca o enfermedad inflamatoria intestinal. Y por encima de los 50 años es fundamental hacer una colonoscopia "para estar seguro que no hay causas más grave


​Padecerlo y no saber qué es
Aunque no supone un riesgo para la vida y no implica una mayor probabilidad de padecer cáncer, puede afectar de una manera importante la calidad de vida de la persona que lo padece, impacto que a menudo se subestima, siendo en ocasiones peor que en pacientes con asma, migraña o diabetes mellitus.

Es posible que los síntomas vayan y vengan, e incluso en un momento dado, el mismo paciente puede presentar un subtipo con predominio de estreñimiento y modificarse posteriormente a lo largo del tiempo, presentando diarrea, por ejemplo. A veces, el dolor puede ser tan intenso que se vuelve incapacitante y los pacientes no pueden realizar labores cotidianas.

¿Cómo convivir con la enfermedad?
Los expertos recomiendan una serie de hábitos saludables que pueden ayudar al control de este trastorno. Comer saludablemente es importante y es especial el evitar comidas copiosas, con mucha grasa o cocinadas con grasa y los alimentos flatulentos.

Junto a ello, hacer ejercicio de forma regular, un ejercicio ajustado a las capacidades físicas de cada uno y asegurar una buena hidratación (1,5-2 litros de agua diarios) son cambios convenientes.

Al igual que estos hábitos, otros hábitos más personales como intentar tener un horario regular de comidas y de ir al baño suelen ser beneficiosos.

Finalmente, el practicar actividades que sean gratificantes y que produzcan sensación de relajación, así como cuidar las relaciones sociales son aspectos al alcance de todos y que en general son útiles para convivir con la enfermedad. Y si no se consiguen controlar los síntomas con estas recomendaciones, podría ser necesario el tratamiento farmacológico de acuerdo con las recomendaciones médicas.

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