Un estudio concluye que entre los 9 y los 21 meses es cuando mejor se adquieren los hábitos alimentarios
El trabajo, llevado a cabo por el IDIAP Jordi Gol, evidencia que los padres que se forman en talleres de alimentación siguen una dieta más saludable.
Un estudio elaborado del Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria, IDIAP Jordi Gol, con la colaboración del Instituto Municipal de Educación del Ayuntamiento de Mataró y el Instituto Catalán de la Salud (ICS), ha concluido que el momento más oportuno para inculcar a los niños hábitos alimentarios saludables se da entre los 9 y 21 meses de edad.
El trabajo, publicado en Public Health Nutrition, demuestra que el seguimiento, por parte de los padres, de programas educativos, redunda en una mejora de sus hábitos alimentarios, esto es, en un mayor consumo de frutas, verduras, pescado y aceite de oliva.
El estudio, denominado ENIM (siglas de Estudio Nutricional de los Niños de Mataró) se prolongó durante todo un año escolar, y en el fueron evaluadas 12 guarderías de Mataró; en total, participaron 206 niños y 195 padres y madres. Los padres del grupo de intervención, que recibieron cinco talleres formativos sobre alimentación equilibrada, incrementaron el consumo de verduras, hortalizas, aceite de oliva y pescado, y disminuyeron el consumo de mantequilla, margarina, bollería, así como el de dulces, 'snacks' y refrescos, si bien de forma menos significativa.
En el caso de los niños, el cambio es menor, pero, tal como señala Margarita Roset, investigadora del IDIAP Jordi Gol, "damos más importancia a los cambios en los padres, que son los que tienen más aspectos por mejorar. En los niños, partimos de una dieta más correcta y, por tanto, esperamos que el hecho de que los padres hayan mejorado su dieta ayude a que mantengan la dieta saludable en sus hijos".
Con estos resultados, los investigadores creen demostrado que "esta breve intervención educativa en forma de talleres es factible de realizar en las consultas de atención primaria, donde el personal de enfermería tiene un papel fundamental en la adquisición de hábitos saludables de vida, entre ellos, el de la alimentación".
En el grupo intervención había 111 niños y 103 padres y madres, y en el control, 81 niños y 78 padres y madres. La media de edad de los progenitores era de 35 años y en un 80% de los casos, era la madre la encargada principal de la alimentación del hijo. El 55% de los padres y madres tenían estudios universitarios, un 27% presentaba sobrepeso y un 8% obesidad.
Los resultados de esta primera encuesta en relación con los padres mostraron un buen consumo de verduras, hortalizas y pescado, de acuerdo con las recomendaciones de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), pero sin llegar a la cantidad recomendada en cereales, patatas, fruta, aceite de oliva, frutos secos, lácteos y agua.
En cambio, era excesivo el consumo de carnes grasas, embutidos, bebidas refrescantes, snaks, dulces y mantequilla. Respecto a las recomendaciones de la SENC para el consumo de nutrientes, se observó un exceso de consumo de lípidos y un déficit de carbohidratos.
En cuanto a los niños, los resultados de la encuesta mostraron un correcto consumo de raciones de verduras, hortalizas, pescado, carne y legumbres, y en cambio un escaso consumo de fruta, cereales, patatas, aceite oliva, lácteos y agua.
Al finalizar la intervención, sin embargo, asegura Margarita Roset "los padres consumían más verduras, hortalizas, aceite de oliva y pescado, y menos mantequilla, margarina y bollería. Además, habían incrementado el cumplimiento de la dieta mediterránea".
El estudio, denominado ENIM (siglas de Estudio Nutricional de los Niños de Mataró) se prolongó durante todo un año escolar, y en el fueron evaluadas 12 guarderías de Mataró; en total, participaron 206 niños y 195 padres y madres. Los padres del grupo de intervención, que recibieron cinco talleres formativos sobre alimentación equilibrada, incrementaron el consumo de verduras, hortalizas, aceite de oliva y pescado, y disminuyeron el consumo de mantequilla, margarina, bollería, así como el de dulces, 'snacks' y refrescos, si bien de forma menos significativa.
Con estos resultados, los investigadores creen demostrado que "esta breve intervención educativa en forma de talleres es factible de realizar en las consultas de atención primaria, donde el personal de enfermería tiene un papel fundamental en la adquisición de hábitos saludables de vida, entre ellos, el de la alimentación".
En el grupo intervención había 111 niños y 103 padres y madres, y en el control, 81 niños y 78 padres y madres. La media de edad de los progenitores era de 35 años y en un 80% de los casos, era la madre la encargada principal de la alimentación del hijo. El 55% de los padres y madres tenían estudios universitarios, un 27% presentaba sobrepeso y un 8% obesidad.
Los resultados de esta primera encuesta en relación con los padres mostraron un buen consumo de verduras, hortalizas y pescado, de acuerdo con las recomendaciones de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), pero sin llegar a la cantidad recomendada en cereales, patatas, fruta, aceite de oliva, frutos secos, lácteos y agua.
En cambio, era excesivo el consumo de carnes grasas, embutidos, bebidas refrescantes, snaks, dulces y mantequilla. Respecto a las recomendaciones de la SENC para el consumo de nutrientes, se observó un exceso de consumo de lípidos y un déficit de carbohidratos.
En cuanto a los niños, los resultados de la encuesta mostraron un correcto consumo de raciones de verduras, hortalizas, pescado, carne y legumbres, y en cambio un escaso consumo de fruta, cereales, patatas, aceite oliva, lácteos y agua.
Al finalizar la intervención, sin embargo, asegura Margarita Roset "los padres consumían más verduras, hortalizas, aceite de oliva y pescado, y menos mantequilla, margarina y bollería. Además, habían incrementado el cumplimiento de la dieta mediterránea".
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