No está mal buscar la belleza. El problema es que entre todos construimos un ideal de belleza con eje en la delgadez que es inalcanzable para muchas. Para mí no todo es deseable si involucra padecimiento. El deseo de delgadez, de perfección, de juventud eterna, representa violencia simbólica de género. Es una especie de masoquismo posmoderno.
El camino a la felicidad, a la libertad y el bienestar con el propio cuerpo implica transformar la cultura. Una que no esté anclada solamente en parámetros físicos: belleza, forma, altura, edad, color de ojos, tono de piel, tipo de cabello, peso, rasgos étnicos, glamour. Debemos promover conciencia acerca de la importancia de aceptar todas las formas, todos los colores, todas las edades, todos los cuerpos, todos los tamaños como adecuados. Instalar la diversidad como modelo. Cuestionar y poner en duda la idea de una única forma corporal "correcta". Imaginemos un mundo en el que no hay un modelo único de belleza. Es hora de promover ese nuevo paradigma y esa nueva cultura. Cambiar nuestro concepto de lo que es bello. Porque el problema es la distancia entre lo que instalamos como expectativa y la realidad para la mayoría de las mujeres. Y esa brecha genera desesperación y conduce a la búsqueda de soluciones mágicas
Para instalar esa minirrevolución debemos cambiar el lugar del cuerpo: de objeto a instrumento para disfrutar, bailar, crear, amar, comer, mover, vivir? Quizás el comienzo implique repensar la forma en que educamos a nuestras hijas, pero también a nuestros hijos. No sólo las mujeres tenemos que luchar para que se nos reconozca como más que un cuerpo. Los hombres deben acompañarnos en esa tarea. Ellos también tienen el poder de ayudarnos a escapar de la tiranía de la belleza.
Para instalar esa minirrevolución debemos cambiar el lugar del cuerpo: de objeto a instrumento para disfrutar, bailar, crear, amar, comer, mover, vivir? Quizás el comienzo implique repensar la forma en que educamos a nuestras hijas, pero también a nuestros hijos. No sólo las mujeres tenemos que luchar para que se nos reconozca como más que un cuerpo. Los hombres deben acompañarnos en esa tarea. Ellos también tienen el poder de ayudarnos a escapar de la tiranía de la belleza.
¿Y qué decir de los gobiernos? Deberían regular la publicidad a los chicos, los pesos mínimos de las modelos, la propaganda de productos mágicos, de dietas de hambre, extremas, penalizar a los que vendan delgadez o perfección. Sancionar finalmente la ley de talles.
¿Y los medios? Ellos deberían sostener un periodismo responsable. Difundir información validada de alimentos y recomendaciones. Y las redes sociales deberían utilizarse para viralizar ideales de belleza amplios e inclusivos. Finalmente, los padres y las familias deberían contar con formación en imagen corporal, comunicación y estilos parentales saludables
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